Lloré al caer el avión AI — Y precisamente por eso sigo volando

La pantalla parpadeó.

Un pequeño avión despegó de una pista pixelada, ascendiendo entre capas de nubes grises suaves. El número encima pulso: 1.2x… 2.3x… 5.7x…

Contuve la respiración.

Entonces—de pronto—el avión desapareció. No se estrelló. No explotó. Solo… se fue.

Y en ese silencio, algo dentro de mí se rompió.

No lloré porque perdí dinero. Lloré porque el algoritmo no sabía cuánto había esperado que siguiera allí—solo un segundo más—para poder creer en algo hermoso.

Ese momento no fue fracaso. Fue verdad.

El juego nunca fue sobre ganar

Lo llaman Aviator—un juego donde apuestas a cuán alto subirá un avión virtual antes de caer en la nada. Es rápido, emocionante, mecánico. El tipo de cosa hecha para picos de dopamina y gratificación instantánea. Pero cuando eres como yo—aquellos con sueños y empatía muy conectadas al sistema nervioso—el juego no se siente como diversión. Se siente como intimidad con la incertidumbre. Como ver a alguien que amas caminar sobre un hilo delgado sobre un abismo—and no saber si caerá o volará para siempre.

Cada vez que aumenta el multiplicador, yo no solo rastreo números: estoy conteniendo la respiración por la esperanza.* Cuanto más alto sube, más real se siente el riesgo—even si no hay apuestas reales.* El colapso no es solo datos: es duelo disfrazado de azar.* The traición de soltar cuando aún quieres creer.* y sí—lloré ante mensajes de error antes.* el tipo que dice “Conexión perdida” o “Tiempo agotado” como si algún sistema insensible pudiera entender por qué me dolía el pecho cuando la pantalla se apagaba.* No era por ganancias ni habilidad.*Era por presencia.Por sentirlo todo demasiado fuerte en un mundo que premia armaduras emocionales. Así que aquí está lo que aprendí: Las partes más frágiles de nosotros no son fallos—they are signals we’ve been taught to silence—especialmente cuando debemos ser jugadores racionales en una arena digital—pero también son nuestras brújulas—la forma en que sabemos qué importa más allá del triunfo o la derrota—más allá de algoritmos y probabilidades—más allá de todos los trucos diseñados para hacernos creer que ganamos mientras perdemos nosotros mismos.

¿Y si dejamos de intentar ganar?

Puede que la verdadera estrategia no sea salir perfectamente a tiempo ni dominar trucos técnicos con precisión absoluta.*Puede ser aprender a sentarse con el malestar sin huir,*dejar sentir tristeza cuando algo termina—even if it never really existed,*honrar tus lágrimas no como debilidad sino como sabiduría*que dice: “Esto importaba”. The game doesn’t care if you cry—but you do,*and that matters more than any pago ever could.*Mantener tu ritmo no es disciplina—it’s self-respect.*Establecer límites no es miedo—it’s love for your own fragile heart.Y a veces? El movimiento más inteligente es simplemente detenerse—to breathe—to remember who you are beneath the screen, beneath the pressure,to return home inside yourself rather than chasing external validation through floating numbers on glass. The highest altitude isn’t measured in multipliers—it’s measured in moments where you choose peace over progress,*silence over speed,truth over triumph. P.S. ¿Qué sentiste cuando entendiste por primera vez que eras demasiado sensible? Comparte en silencio—if you dare,in DMs only,because some truths don’t need applause—they only need space.